Wonder: cuando los sentimientos funcionan
Hay veces que aunque una película tenga una evidente carga sentimental, o que sea muy sencilla en la exposición de esos hechos, funciona. Wonder (2017) es el ejemplo perfecto. Película basada en un best-seller de éxito, con todos los ingredientes para emocionar al espectador. Ya he hablado en otras ocasiones de la manipulación emocional del cine, pero es que a veces, todos queremos que saquen lo mejor de nosotros, o aunque sepamos que la vida real no es así, a todos nos apetece creer que las buenas personas, a veces, merecen lo mejor.
Wonder es una película buenrollista, si hay que darle un adjetivo, este sería el más acertado. Auggie Pullman es un niño que nace con una deformidad craneofacial, también conocido como síndrome de Teacher-Collins, por lo que su rostro es diferente al de los demás niños de una manera muy evidente. Hasta ahora había recibido la educación en casa, pero sus padres deciden que ya es momento de que vaya a la escuela y descubra cómo es la vida ahí fuera.
En este punto arranca Wonder, cuando Auggie -magistralmente interpretado por el joven Jacob Tremblay- empieza en el colegio.
Seguro que muchos lectores conocen el bullying, bien porque lo han visto en su clase, bien porque lo han vivido de alguna manera. El acoso escolar es algo deplorable, se produzca cuando se produzca, y a todos debería de producirnos rechazo.
A pesar de la corta edad de los niños que aparecen en Wonder, ya se ven los estragos que causa en el ánimo de un niño. Auggie está suficientemente arropado en casa por sus padres, que cuentan con los amigables rostros de Julia Roberts y Owen Wilson, y por su joven hermana Via (Izabela Vidovic). La vida de la familia ha girado siempre en torno al bienestar del muchacho, y todos lo entienden así. A veces, la hermana, como todo adolescente, también necesita su atención, pero es muy comprensiva con la situación de Auggie.
Precisamente en la película todo el mundo es muy comprensivo con Auggie: su familia, la mejor amiga de su hermana Via, el novio de esta, el director de la escuela (un entrañable Mandy Patinkin) o el profesor de los niños. Empieza el colegio y aunque Auggie hace buenas migas con alguno de sus compañeros de clase, no puede faltar el matón, y los que le siguen. Pero todos tienen su redención en esta película, hasta los "malos", todo queda justificado.
Owen Wilson, Jacob Tremblay (con el casco), Izabela Vidovic y Julia Robert en Wonder |
Puede parecer simple la visión de la situación de un niño con este "problema" tal y como lo cuenta Wonder. Simple e inocente, porque muchos sabemos que la vida no es así. Pero de vez en cuando, está bien creer que es posible que un mundo como el de Wonder, sea posible. Con sus más y con sus menos, con sus momentos buenos y malos, todo el mundo necesita tener un poco de esperanza, y sentir que aunque a veces la gente es injusta y cruel, otras veces las cosas pueden ir bien y puedes conocer a gente maravillosa en tu vida.
El espectador que vea Wonder puede sentirse manipulado, y no estaría equivocado. La película de Stephen Chbosky (director también de Las ventajas de ser un marginado, 2012) apela a los sentimientos positivos del espectador, o a la empatización con Auggie. Muchos nos hemos sentido diferentes en algún momento, bien porque no pensamos como la mayoría, a veces, o porque nos sentimos menos por algo que pensamos que es un defecto. Y siempre ha habido el que se ha aprovechado de eso, o nos ha menospreciado, y si no es tu caso, tienes suerte lector. O no, porque vivir una situación así, también te hace aprender.
Auggie (derecha) con sus compañeros de clase |
Wonder cuenta una historia sencilla y bonita, que cualquiera puede entender. Familia estándar, normal, de clase media, con padres que son generosos, cariñosos y comprensivos, que tienen un hijo con un problema de cara a los demás. Lo afrontan juntos y todos aprenden importantes lecciones y tienen grandes frases para aconsejar. Seguro que más de uno hubiera querido crecer en una familia así.
Está claro, es ficción, las cosas no siempre son tan fáciles ni evidentes, y probablemente, encuentres a malas personas por el camino. Pero aunque Wonder es simplista, en cuanto a lo que cuenta, a veces esa simplicidad convierte las cosas en universales, y gracias a ello, todos podemos entenderlo. Sentir generosidad, rabia ante la injusticia, o comprensión ante una persona con aparentes dificultades para vivir el día a día por algo que le ha tocado, saca lo mejor de nosotros. Si Wonder no logra sacarte la lagrimita, no tienes corazón.
El final de la película es tramposo, sí, por lo facilón que resulta para cerrar a lo grande. Pero te recuerdan que otra manera de vivir, es posible, que se pueden afrontar las diferencias desde una perspectiva positiva y que nos una, no que nos separe. Son mensajes sencillos de entender, y puede que obvios, pero por desgracia, menos presentes de lo que deberían.
Foto familiar de Wonder en Navidad |
Podríamos adjudicar un subgénero cinematográfico para películas del estilo de Wonder, como "películas bonitas". Hay una gran cantidad de ejemplos, y quizás otro de los estandartes sea Forrest Gump (1994). A veces, la corrección política puede sacar de quicio en según qué temas, y sí, posiblemente Wonder pueda sacar de quicio en más de una ocasión. Pero da igual. A veces, sólo te apetece sentarte en la butaca del cine, o en el sofá de tu salón, tener un buen paquete de pañuelos, y liberar esos buenos sentimientos que guardamos, porque creemos que no podemos ser así en la vida real.
Pero, ¿qué pasa si en realidad, sí que podemos ser como los personajes de la película? No siempre hay que ser crueles, resignados o injustos, el mundo ya lo es bastante con nosotros, y con los demás. Por eso es encomiable la inocencia de Wonder, porque a pesar de todos los problemas, a pesar del rechazo que causa lo diferente, a veces podemos ser buenas personas.
Y también, porqué no decirlo, a veces también podemos ser extraordinarios.
XOXO SoldieRyan
Así que olvídate de los prejuicios y disfruta de Wonder, que te gustará.
1 comentarios
grazie
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