A silent voice: las consecuencias del bullying
Está esa gente que dice que “las películas de dibujos son
para niños”. Yo les diría lo siguiente: que se pongan delante de A silent voice, y a ver si siguen
pensando lo mismo. Vale para muchas películas de, por ejemplo, Pixar. Si Del revés (2015) o Toy Story 3 (2010) no
logran emocionarte o sacarte una lagrimita, no tienes corazón. Y ya no hablamos
solo y exclusivamente de entretenimiento, puesto que muchas películas
protagonizadas por actores de carne y hueso son mucho más superficiales,
tópicas y planas que de la que voy a escribir. A silent voice es una película difícil, directa y dura, que te abre
en canal y te hace vivir algunos de los momentos emocionalmente más incómodos de los últimos años. A continuación unas pequeñas grandes reflexiones sobre lo que se cuenta, hay algún que otro spoiler, avisados estáis.
Recientemente el cine de animación japonés -también conocido
como anime- vive una especie de revival tras estar unos años sin regalarnos
clásicos, a excepción de esa maravilla que era el extinto Studio Ghibli, que
creaba auténticas obras maestras del cine en general, a pesar de ser animación.
Lejos quedaron los años de Akira (1988) o Ghost in the Shell (1985), por citar dos de los más
gloriosos ejemplos del anime encumbrado a obra maestra. Si siguen llegando a
las pantallas de nuestro país películas de animación como A silent voice, desde
luego están subsanando el error.
Que nadie espere una película de fantasía o con toques de
ciencia ficción, la grandeza de A silent voice radica precisamente en que es
una historia costumbrista ambientada en la sociedad actual, que está bastante
enferma, pero por suerte todavía queda hueco para la esperanza. Temas tan
complejos de abordar -pero muy presentes en la sociedad- como el bullying o el
suicidio, y emociones tan dañinas como humanas como la culpa y el miedo. Todo
esto se trata en A silent voice de una manera bastante sincera.
Extraigo el argumento de la Wikipedia:
La historia gira en torno a Shōko Nishimiya, una estudiante de primaria que es sorda de nacimiento y que al cambiarse de colegio comienza a recibir acoso escolar por parte de sus nuevos compañeros. Uno de los principales responsables es Shōya Ishida quien termina por forzar que Nishimiya se cambie de escuela. Como resultado de los actos contra Shoko las autoridades del colegio toman cartas en el asunto y el curso señala como único responsable a Ishida, quien comienza a sentir el acoso impuesto por sus propios compañeros, al mismo tiempo que termina aislándose de los que alguna vez fueron sus amigos. Años después, Ishida intenta corregir su mal actuar, buscando la redención frente a Nishimiya.
A grandes rasgos, es un buen resumen de la historia. Y en
realidad, eso es lo que se cuenta, al menos en primera instancia. El acoso
escolar es algo muy grave. La manera en la que la autoestima de una persona, en
una edad en la que todavía se está formando su autoconcepto y la imagen de sí
mismo, es destruida y derrumbada, no deja lugar a dudas. Termina por afectarte
o conseguir que lo que pase a partir de ese momento, esté en cierto modo
condicionado por lo que has vivido. Puede que tengas suerte y que lo superes
pronto, que estés bien acompañado o acompañada por tus padres y profesores o
que sepan detectar el problema y ponerle solución en la escuela lo antes
posibles. Pero a veces eso no pasa.
Shoya durante su adolescencia, cuando era un acosador |
El hecho es que es algo que te deja tan tocado como niño o
adolescente, que hasta piensas en suicidarte. Y eso pasa, llevamos ya unas cuantas noticias a las espaldas sobre ese tema precisamente. No es el primer
niño ni la primera niña que se suicida porque en su colegio lo o la acosaban.
La crueldad no entiende de razones, y sobre todo, es injusta para el que la
recibe a esas edades. Nadie debería sentirse menospreciado, rechazado o solo,
únicamente porque a algún desalmado le dé por ahí. No se puede jugar así con
las personas, desde luego.
A silent voice se centra en la vida de un acosador,
Shoya, que termina por convertirse en acosado. Todo vuelve, dicen algunos. Pero
la historia -como la vida- no es tan superficial, ni mucho menos. El
protagonista entra en una espiral de culpabilidad por lo que hizo durante la
adolescencia. En el caso de esta película, el acoso viene desde la
incomprensión de no saber cómo actuar ante una niña sorda. Viene desde la
necesidad de la aceptación, de ser el centro de atención y unir al resto frente
a un elemento externo, como es la niña nueva que se incorpora a clase para
cambiar las cosas que hasta ese momento funcionaban bien.
Shoya ya como joven, con los rostros de las personas que le rodean anulados |
A silent voice cuenta de una manera bastante acertada cómo
cambia el ecosistema de la clase y las relaciones entre los alumnos cuando
Shoko entra nueva a la escuela. Ya no es sólo el hecho de que sea una compañera
nueva, sino que, además, es sorda y eso dificulta la comunicación con ella. A
partir de ese momento, cada miembro de la clase reaccionará de manera diferente ante ella: unos intentarán hacerse amigos suyos, otros harán como si no
existiera, y otros le harán la vida imposible, como el protagonista.
Hay una escena realmente incomoda, con la que no puedes
evitar empatizar con Shoko. Durante una clase, el profesor (o profesora, ahora
no recuerdo bien) hace leer en voz alta a los alumnos. Cuando es el turno de
Shoko, las dificultades para expresarse hablando de la chica son evidentes, y
uno no puede evitar sentirse mal al escucharla, se diría que hasta puede nacer
un punto de vergüenza ajena, algo muy humano. A Shoya, no se le ocurre nada mejor,
que cuando le toca leer, imitarla. Eso demuestra lo inconsciente que es y lo
irresponsable de su comportamiento, ya que hacer ese tipo de cosas pueden
resultar humillantes para la persona que ya tiene bastante con padecerlo y
llevarlo de la mejor manera posible.
Los diferentes personajes de la película |
Pero en el momento de la verdad, cuando se destape que Shoko
ha estado sufriendo acoso y los adultos quieran intervenir, cada uno salvará su
propio pellejo, una actitud muy humana también. Shoya queda en evidencia en
mitad de la clase, siendo señalado prácticamente como el responsable total de
ese bullying, por lo que a partir de ese instante, incluso para quienes eran
sus amigos y con los que tan buenos momentos había compartido, pasa a ser un
apestado. Nadie quiere relacionarse con alguien así.
Y en ese momento es cuando arranca la historia de un Shoya
ya adulto. Lleno de culpabilidades, de reproches hacia él mismo, y de llegar al
extremo de querer suicidarse, después de intentar enmendar y compensar los
errores y el dolor que causó su comportamiento a sus seres queridos, como a su
madre. La escena en la que la madre le confiesa que sabía sus intenciones de
suicidarse es arrolladora. Tiene tanta sinceridad y emocionalidad que le
desbordan a uno, ya que no puede si no sentirse identificado con el sentimiento
de culpabilidad de Shoya al haber estado a punto de hacerlo. La madre le hace
despertar a la realidad, y hacerle comprender que el suicidio puede tener
consecuencias devastadoras para sus allegados, y pensar en cometer suicidio es
algo muy egoísta.
Los primeros intentos de Shoya por hacer las paces con Shoko |
Tras tocar fondo, despojarse prácticamente de todo lo
material que tenía, toca empezar de nuevo. Es algo muy simbólico que venda
todas sus pertenencias, deje el trabajo y duerma en una habitación sin cama.
Deja atrás todo lo que ha sido para volver a vivir, totalmente cambiado y sin
nada que lo ate a su vida anterior. Y lo siguiente que le queda por arreglar,
es intentar enmendar su mala actitud durante la escuela con Shoko, la chica
sorda. Por eso aprende lengua de signos, para poder comunicarse con ella. De
esta manera, empieza a acudir a la escuela especial a la que asiste ella.
El personaje está buscando la redención para dejar de
sentirse culpable, pero primero debe comprender el dolor que le hizo sufrir a
ella, si no sólo sería el perdón desde el egoísmo, por el mero hecho de sentirse
bien.
Refleja a la perfección este conflicto interno, y la vergüenza que siente por haber sido como fue, el hecho de que a todas las personas de su alrededor no les pueda mirar directamente a los ojos. De hecho, los rostros de la gente que rodea a Shoya llevan una cruz encima, están tachados. Él ha decidido alejarse de todos y de todo porque no se siente a gusto consigo mismo, está lleno de culpa. Poco a poco, conforme va limpiando heridas y haciendo buenos actos desde el corazón, esas cruces van desapareciendo conforme se va acercando a algunas personas, desde la verdad, como Nagatsuka -su amigo- o Yuzuru -la hermana de Shoko-.
Es muy curiosa y realista las distintas caras del bullying,
ya que todos los implicados en la situación -compañeros y compañeras de clase
de Shoya y Shoko- reflejan a la perfección las diferentes maneras de reaccionar
ante una situación de acoso escolar. Desde el buenrollismo falso, el forzar la
amistad para tener la conciencia tranquila, pasar de la situación o ser un
agresor por la incomprensión que despierta la actitud de la persona acosada,
que lo único que quiere es sentirse una más en el grupo.
Shoko, despidiéndose en uno de los encuentros que tiene con Shoya |
Todas las reacciones
son tan diferentes y humanas como las personas. No hay una manera “correcta” de
actuar, ya que, a esas edades, probablemente ni se disponga de la madurez
suficiente para reaccionar. Por eso es tan importante que los adultos sepan
cómo actuar. En A silent voice los adultos tampoco salen demasiado bien
parados, ya que directamente muchas veces son los responsables de no haber
tratado correctamente la situación, bien desde el dolor, el odio o la
incomprensión, al igual que los adolescentes.
La película no señala a nadie, no pretende juzgar a nadie,
ya que ni victimiza a la víctima, ni culpabiliza al culpable. Muchas veces, y
aunque se tienda a señalar al acosador como el responsable de la situación, las
cosas no son tan sencillas. Es evidente que nada justifica el acoso a una
persona, pero tal vez la solución esté en comprender a los implicados, en saber
de su situación para poder actuar desde ahí, y no simplemente desde el castigo,
la expulsión o el escarnio público, que lo único que hace es desplazar a la
víctima de uno a otro. Es muy sencillo señalar y quitarse toda la
responsabilidad de lo que ha pasado, aun sabiendo que probablemente podrías
haber hecho algo.
La evolución que tiene la historia, pasando del intento de suicidio al
principio de todo de Shoya, hasta el momento en el que cuando se ha intentado
solucionar los problemas del pasado, Shoko se siente responsable de todo lo
sucedido y decide quitarse la vida. Shoya llega justo a tiempo y logra
salvarla, aún a costa de su vida, prácticamente. Aunque esta situación desde
luego es muy exagerada, también es una reacción más normal de lo que parece. La
víctima llega a sentirse culpable por hacer daño a los demás, y cree que la
solución para que todo vuelva a la normalidad, es desaparecer, así no molestará
a nadie ni verá cómo sufren los demás.
Imagen promocional de A silent voice, con Shoya y Shoko en el centro |
Aquí hay implicados por todas partes: madres, hermanas,
amigos, profesores, etc. Pero no hay culpables, sólo malas decisiones. Por eso
es tan importante una película como A silent voice, porque es necesario que las
personas se vean reflejadas en lo que la película cuenta, ya sea por la actitud
que han tomado en el paso con respecto al bullying, para comprender las
consecuencias de todo eso. Y de lo innecesario e injusto que es pensar en el
suicidio. Porque siempre merece la pena vivir, por la razón que sea, y debes
encontrar la tuya.
XOXO SoldieRyan
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