Cuando las películas te hacen de espejo

by - junio 13, 2018

imagen de Del revés (2015), película de Pixar sobre las emociones

¿Te has preguntado por qué te emocionas mientras ves una película? Más allá de que a veces, jueguen con las emociones universales para tocar la fibra al espectador y lograr conmovernos, el cine usa una estrategia. Se podría resumir como la capacidad para hacernos de espejo.

Con los años, mientras nos vamos haciendo adultos, vivimos experiencias vitales que de un modo u otro, nos han definido. Esas experiencias vitales, a través del recuerdo o de la propia experiencia personal, están ligadas a unas emociones. Normalmente, los recuerdos no son tal cual fue la realidad, si no que están pasados por un filtro de lo que sentimos en ese momento. Lo que deja una huella más honda en nosotros, es la emoción que vivimos en esa situación.


Gracias a esas emociones, que son comunes para todos los seres humanos, el cine logra conmovernos. Al final, no siempre es necesario que para que una película te emocione, hayas vivido exactamente la misma historia que está contando el guionista en la película. Obviamente en unos casos será más evidentes que en otros, pero lo que queda precisamente es la emoción. 

En las películas, las escenas más emocionantes -vaya con el adjetivo- son aquellas que nos impactan emocionalmente. Es decir, momentos del film que nos remueven algo por dentro, que básicamente se trata de hacernos conectar con la misma emoción que el protagonista está sintiendo. Por eso no importa tanto si hemos pasado por una situación similar o no, si no que entendamos a los personajes porque estamos sintiendo lo mismo que ellos. 

Babadook (2014), película sobre cómo la mente crea miedos que aunque parezcan reales, no lo son
Babadook (2014), película sobre cómo la mente crea miedos que aunque parezcan reales, no lo son
Las historias de superación personal, que suelen despertar en el espectador una gran sensación de empatía, no hacen si no reflejar esa fuerza que tenemos dentro, pero que no somos ni conscientes. Nos proyectamos en los personajes, creyendo que somos ellos, para sentir esa agradable sensación de satisfacción al cumplir el mismo objetivo. Las aspiraciones de los personajes se convierten en las aspiraciones del espectador. 

Y no necesariamente tienen que ser actores o actrices de carne y hueso, con el cine de animación también pasa. ¿Pero qué tienen en común? Las emociones. Las emociones humanizan a los animales de cualquier cinta de animación, o a los personajes creados por ordenador que aparecen en cualquier película de Pixar. Esas emociones son las que sentimos nosotros, y por eso conectamos tan fácilmente con la historia que nos cuentan.

El fenómeno de la proyección es algo muy curioso. Durante el rato que estamos viendo la película, si sus personajes están más o menos bien construidos, como espectadores proyectamos nuestros anhelos y nuestras emociones en esos rostros de la película. No necesitamos explicaciones ni razones, porque simplemente es algo que estamos sintiendo, y si lo estamos sintiendo, para nosotros se hace totalmente real. A eso juega el cine.

Debido a ello, muchas historias logran dejarnos una huella por la implicación emocional que nos ha causado. A veces es una escena, la que nos lleva a un momento de nuestra vida donde sentimos algo similar a lo que estamos sintiendo mientras la vemos en la película. Esa magia, ese poder es el que tiene el cine. 

Manhattan (1979), una de las películas más famosas de Woody Allen sobre las relaciones
Manhattan (1979), una de las películas más famosas de Woody Allen sobre las relaciones
Muchas veces hablamos de los grandes estrenos, los blockbusters, para desconectar, y ese es el efecto contrario. Vamos al cine a entretenernos y a no tener que pensar demasiado, si no únicamente hacer el esfuerzo de mirar la película con nuestros ojos mientras esta nos distrae con historias imposibles. Y está bien, no siempre es necesario que sea intensidad constante y emociones a flor de piel. Pero esas películas no dejarán ninguna huella en nosotros.

En cambio, aquellas películas que pasan a la historia del cine, o a nuestra historia -que al final es lo que nos importa- son las que en base a lo que hemos vivido y sentido a lo largo de nuestra vida, nos han hecho sentir lo mismo. Emociones tan universales como el miedo, la alegría, la ira o la tristeza, o sentimientos de amor o de pérdida, todo eso que uno en algún momento de su vida, ha sentido, es lo que nos transporta y conecta a los protagonistas de las películas.

Y luego está el efecto de proyectarnos. Como seres humanos que sentimos y vivimos emociones las películas nos permiten sentir cosas por situaciones que querríamos tener o vivir, pero nos es imposible. Esos anhelos que todo ser humano tiene dentro, y que a veces ni verbaliza por vergüenza, el cine puede hacerlos realidad.

Retomando el tema comentado más arriba de las películas de superación personal, son el perfecto ejemplo precisamente porque ilustran este argumento. A veces, en el camino de nuestra vida nos rendimos antes de cumplir un deseo o un objetivo que realmente nos motiva. Los pensamientos, las rutinas, las inercias o los años nos hacen creer que es imposible. Todas esas frustraciones acumuladas nos pueden volver personas infelices. Gracias a una buena película inspiradora, con una historia -cuanto más real mejor- podemos darles rienda suelta, las proyectamos porque al contrario que nosotros, el protagonista con el que ya estamos identificados, nos hace sentir lo que nosotros sentiríamos al alcanzar nuestro sueño

Campeones (2018) una de las películas españolas más exitosas del año con una gran facilidad para emocionar al espectador
Campeones (2018) una de las películas españolas más exitosas del año con una gran facilidad para emocionar al espectador
Ese es el secreto del éxito de las películas motivadoras. Y está bien, no siempre vamos a tener la fuerza o el empuje necesario en cada momento para alcanzar nuestras metas. Somos seres humanos, no somos máquinas incansables y estables que constantemente estamos machacando para perseguir nuestros objetivos. Todo el mundo tiene sus momentos, buenos o malos, y es necesario inspirarnos de vez en cuando para recordar por qué estamos haciendo lo que estamos haciendo. 

Podemos perder el rumbo de nuestra vida, silenciando nuestros deseos por las rutinas del día a día, las inercias, las obligaciones autoimpuestas o los miedos y todos esos pensamientos negativos que nos decimos a diario, casi sin darnos cuenta. Ver una película que muestre que otra manera de afrontar la vida es posible, nos puede dar el empujón que necesitamos para abrir los ojos y empezar a vivir, pero de verdad. 

El cine actúa como un espejo para el espectador, queda claro, ¿no? Bien sea gracias a las emociones que todo ser humano siente o ha sentido en algún momento de su vida, o por esos sueños que todos guardamos muy dentro de nosotros, las películas pueden ser una herramienta muy útil para removernos por dentro y liberarnos. 

En otros posts he ido hablando, desde distintos ángulos, del poder del cine para emocionar y motivar a las personas, e incluso, de cómo el cine puede cambiar y mejorar tu vida. Poco a poco van surgiendo diferentes proyectos de gente experta en psicología que apuesta por este tema. Como herramienta para educar a los más jóvenes, también es muy útil, ya que la ficción a veces hace más sencillo el poder explicar las cosas, gracias a esa conexión que se produce con los personajes de las películas. 

Si mientras ves una película te emocionas por una escena, la actitud de un personaje o la historia, recuerda que no es sólo por lo que estás viendo, si no que eso tú ya lo tienes dentro de ti mismo, otra cosa es que te hayas dado cuenta. 

SoldieRyan

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