Tom Cruise katana al viento en un fotograma de El último samurái (2003)

Hace poco revisioné El último samurái (2003), película hecha a mayor gloria de Tom Cruise y que cuando vi en el año de su estreno en los cines, me pareció que estaba bien, pero tenía un tramo intermedio un tanto aburrido, o esa fue la impresión que me dio a mi, y ni mucho menos me pareció una buena película. No me había atrevido a revisionarla desde entonces. Casualmente la dieron un día de estos por uno de esos canales de pago que facilitan el acceso al cine, y la grabé. He vuelto a echar un ojo El último samurái y sinceramente, ahora me ha parecido mejor de lo que en su momento pensé. Esto me ha llevado a otra reflexión: cómo el paso del tiempo cambia la percepción que tenemos de las películas

Aviso para navegantes. Esta crítica pretende salvar a muchas personas de gastarse el dinero para ver una película. Como el título clarifica, hablo de Escuadrón Suicida, la nueva "joya" salida del universo DC y Warner Bros. y dirigida por el director David Ayer. Me he hartado de leer críticas, una tras otra, donde se habla de la película, si tiene motivos para defenderla o si merece la pena pagar lo que vale actualmente una entrada de cine para echarle el ojo. Pretendo salvar el dinero invertido en cine, para gastarlo en otros menesteres más disfrutables. Por supuesto es una opinión personal, cada uno puede pensar y sobretodo, hacer lo que quiera con su dinero, tiempo y vida, pero no he podido resistirme a volver de vacaciones hablando de la película de moda este verano, o más bien de la película que iba a ser la peli de moda este verano.

Aaron Paul caminando de forma natural hacia cámara

Todas las modas empiezan por algo, o alguien, que marca tendencia. Unos tienen el valor de ser los primeros y probar suerte. Lo hizo Marvel con Iron-Man y sus Vengadores. Lo hizo Florentino Pérez con sus galácticos. Y lo hizo el PP con sus pagos en negro a los peces gordos del partido. Y además, lo hizo A todo gas (o Fast and furious para los pijos) con las pelis de carreras de coches tuneados. Sin embargo, es graciosa la paradoja porque ésta multimillonaria saga de películas de acción, está basada en el videojuego al que hago mención en el título de la entrada. Así que sí, como habréis adivinado, vamos a hablar de Need for Speed. La peli, no el videojuego.

No, no repito post, a pesar de que el título sea casi idéntico a la entrada anterior sobre Jason Bourne. Acudí este viernes -día que se estrenó en España- a unas multisalas a pagar casi 10 euros para ver la película que da título a este post. Hacía tiempo que no iba al cine un día de estreno, echaba de menos las salas abarrotadas de gente. Es la cuarta película de la saga que veo en pantalla grande, es decir, todas salvo la primera que me pilló demasiado joven. Así, con amigos y armado con un cubo de palomitas enorme (otra cosa que me encanta), un poco de sueño y tras pagar casi diez euros por entrada, me dispuse a ver la nueva aventura de Bourne, y esta vez sí, protagonizada por Matt Damon y dirigida por Paul Greengrass. Personalmente, acabé un poco decepcionado.